EL TERCER HOMBRE
 «HE RECIBIDO  AMENAZAS DE MUERTE PARA QUE RENUNCIE A LA PATERNIDAD DE MI HIJA»
 RESUMEN DE LO PUBLICADO: LA HIGH SOCIETY    CANARIA SE ENCUENTRA ALTERADA POR EL CASO DE UNA MUJER RELIGIOSA CUYA    BEATERÍA NO LE IMPIDIÓ PONERLE LOS CUERNOS A SU MARIDO, OBLIGARLE A    ACEPTAR UIN HIJO DE OTRO, ACUSARLE FALSAMENTE EN TRES OCASIONES DE    ABUSOS SEXUALES DE UNA MENOR, Y FINALMENTE SECUESTRAR A SUS HIJAS    HUYENDO A PORTUGAL SIN QUE LE PASARA NADA. EN ESTA NUEVA ENTREGA HABLA    POR PRIMERA VEZ AGUSTÍN JUÁREZ, EL PADRE DE UNA DE LAS NIÑAS, QUIEN    RECLAMA ANTE LOS TRIBUNALES LA PATRIA Y CUSTODIA DE LAS MENORES. CON    TRES PERSONAS DDISPUTANDOSE JUDICIALMENTE LA PATERNIDAD DE DOS NIÑAS    MENORES DE DIEZ AÑOS, ACUSACIONES A UNA DE LAS PARTES DE HABER VENDIDO A    SU HIJA Y AMENAZAS DE MUERTE DE POR MEDIO, EL CULEBRÓN TIENE TODOS  LOS   VISOS DE NUNCA ACABAR OCHO AÑOS DESPUES DE QUE EL ASUNTO SE VIERA  POR   PRIMERA VEZ EN LOS JUZGADOS.  
 Extracto de uno de los capítulos de mi nuevo libro El Varón Castrado (II)
   Agustín  Juárez es uno de los principales deportistas de la vela en   España. Ha  sido campeón de Gran Canaria y del Archipiélago en las   clases Laser,  Finn y  Snipe, ocupó el segundo puesto en la regata de   cruceros Vuelta a  España y es record de distancia en la regata   «Huelva-La Gomera». Ha  sido  campeón y subcampeón de España siete   ocasiones en la clase Finn y  subcampeón del mundo de la misma   modalidad.
   Aficionado  al deporte de la vela desde los 8 años, en los últimos  tres  lustros ha  demostrado ser un consumado regatista internacional.  Ha  participado en  eventos deportivos en más de veinte países de los  cinco  continentes,  ha  dado la vuela al mundo y ha ofrecido a España  junto  con otros el más  alto rendimiento en los deportes náuticos. Como   Olímpico ha sido  preseleccionado para formar parte del equipo español   de vela en tres  ocasiones: en los Juegos Olímpicos de Atlanta  (1996),  en los de Sydney  (2000) y Atenas en 2004.
   Considerado  uno de los deportistas que más éxitos ha brindado a la   nación en la  historia del olimpismo náutico español, ahora se prepara    para  participar en la cita olímpica de Londres, en 2012, donde espera    representar a España en la modalidad de vela de la clase Star, para lo    que cuenta con el apoyo de numerosas empresas privada, federaciones,    clubs y organismos oficiales.
   No  es, por lo tanto un desgraciado que no tiene de que vivir, como le   ha  presentado el letrado Marcos García Montes en los juzgados de Las   Palmas  de Gran Canaria, donde Juárez lucha por la patria potestad de  su  hija  M. y de su hermana A. Tampoco, que se sepa, se dedica como  otros a  lavar  dinero negro del narcotráfico de Vigo. 
   La  larga lucha por su hija nacida de un encuentro sentimental con una    señora casada, Margarita Manrique de Lara Martín-Neda, la oveja negra   de  la aristocracia insular, que le obligó a renunciar a participar  como   miembro del grupo español en los juegos olímpicos de Atenas,  es  su  más  apasionante y cruel aventura repleta de sinsabores,  injusticias,   mentiras, chantajes, amenazas de muerte, y desacuerdos,  en los que ha   consumido gran parte de sus energías y el esfuerzo que  debió dedicar a   su hija y al deporte de la vela, su dos grandes  pasiones.  
   La  relación sentimental con piadosa dama, que compagina a la   perfección  los rosarios y las misas solemnes con el estricto y   escrupuloso  cumplimiento del sexto mandamiento (no fornicarás) se   inició en 2001.    
   En  marzo de ese año se presentaba en el Gabinete Literario de Las   Palmas  el libro «Yo no maté a Aldo Moro» de su amigo Cayetano Sánchez   y, de  pronto, apareció en la sala aquella cuarentona todavía de buen   ver, algo  alocada, que hacía gala de un gran desparpajo y de un extraño   punto de  locura o desequilibrio psíquico, lo que la hacía más   atractiva aún. 
   Se  sentó con ellos e inmediatamente empezó a tocarle la pierna del    pantalón y a comérselo con los ojos. Poco después lo invitó al Festival    de Cine de Canarias y de ahí nació un enloquecido romance. 
 ─ Antes que nada, quiero saber donde me meto: ¿Estas casada? ─ le preguntó Juárez.   
 ─ No, por eso no te preocupes. Estoy divorciada ─ mintió su interlocutora. 
 ─ ¿Tomas algún tipo de anticonceptivo? ─ insistió.
 ─ ¿Para que? Si se desde 18 años no me puedo quedar embarazada.
 ─  ¿Estas segura?
 ─ Segurísima. Me lo han dicho los médicos.
   Con  esas y otras mentiras se lo llevó a la cama y así permanecieron   entre  tres y cuatro meses, fecha en que Agustín Juárez se desplazó a   Cádiz,  donde tenía una mayor logística, para prepararse a conciencia   ante las  regatas de ese año. En agosto, de regreso a Las Palmas, le   contó una  amiga que había estado al tanto del romance: 
 ─ Agustín, sabes que Margarita esta embarazada?
 ─ Si. ¿Y tú cómo te has enterado?
 ─ Es la comidilla de toda la isla. 
 ─ ¿Estas embarazada? ─ le preguntó Agustín un día a la susodicha.
 ─ No, que va. ¿Por qué lo preguntas?
 ─ Me lo han dicho varias amigas.
 ─ Pues te han mentido.
   Y  así se lo negó hasta en cinco ocasiones por lo menos. Agustín  Juárez   regresó a Cádiz en el mes de noviembre y el 26 de enero de  2002, sin   estar al corriente de ello, nace su hija, M. Se entera el 13  de abril de   ese año cuando regresa a Las Palmas para encender la  antorcha Olímpica   del colegio San Antonio María Claret, donde había  estudiado de  pequeño, y  e iban a celebrarse los campeonatos deportivos  de los  claretianos de  toda España.
   Al  saber que estaba en la isla, Margarita Manrique de Lara lo fue a   buscar  y se lo lleva a su casa de la calle Reyes Católicos, 28 «para   hablar».  Aunque le sigue negando que hubiera sido madre, al entrar en   la  vivienda, el deportista observa la típica barandilla que suele   colocarse  en las casas para evitar que los niños pequeños se caigan   por  las  escaleras.   Allí la mujer, ante las evidencias no tiene más   remedio que  reconocer por primera vez los hechos.
 ─ Ha sido niña. ¿La quieres ver?
 ─ ¿Es mía?
 ─ Pues claro. ¿Es qué me tomas por una furcia? 
 Juárez cogió a la niña en brazos, la acarició, la observó atentamente y se dio cuenta de que era idéntica a él, clavada. 
 ─ ¿Por qué lo has ocultado? ¿Por qué no me has dicho antes que era padre?
 Ella se quedó petrificada y no respondió. 
   ─  Tenemos que buscar una solución al asunto. Quiero tenerla conmigo  el   tiempo que me autorice la Ley, que la conozcan mis padres… Todo el    tiempo que pueda. 
   La  mujer, que ya tenía una relación matrimonial bastante conflictiva   con  su ex marido, se negó a dejarle ver a la niña en el futuro e   incluso a  reconocerle como su padre biológico. Y a partir de ese día un   asunto que  debió llevarse por los cauces naturales y de mutuo acuerdo   acabó años  más tarde judicializado. Porque, por entonces, la mujer  más  impoluta y  virtuosa del universo, estaba en trámites de separación  de  su ex marido  Rafael González Bravo de Laguna.
   Como  he contado en el anterior capítulo, tras quedarse preñada de su   amante y  para que no la confundieran con una fulana, que hay gente muy   mala en  el mundo, la dama de las camelias había acudido a su marido a    suplicarle, con lagrimas en los ojos, que asumiera la cornamenta y    reconociera a la menor como hija suya. Trataba de evitar así un nuevo    escándalo social, como el ocurrido 15 años antes cuando nació su hijo    Borja, tras unas relaciones furtivas y extramatrimoniales con su esposo,     entonces un señor casado,  al que diez años después de nacimiento  del   menor, Borja, arrastraría a la iglesia para que el sacramento del    matrimonio le librara de los fuegos del infierno de la sociedad    grancanaria.  
 LAS APARIENCIAS ENGAÑAN.-    En los dos procesos eclesiales instruidos por la autoridad religiosa    para instar la nulidad religiosa de los matrimonios habidos entre  Rafael   González y Bravo de Laguna y su primera mujer Fátima Rodríguez  del Río   y, posteriormente, de Margarita Manrique de Lara, deponen  medio  centenar  de testigos de la burguesía Gran Canaria.
   «Rafael  ha sido un chico de flirtear mucho estando ya casado», dice   José Luis  Álvarez Bermúdez. «Estando en Madrid le era infiel a su   mujer», se chiva  Antonio Presa. José Luis Valido revela un nuevo   cotilleo: «Estando  casado tenía un apartamento muy bien montado en   Madrid para ligar. La  señal cuando uno de ellos estaba dentro con una   chica era dejar  encendida la bombilla en la terraza». Y Juan Cambreleng   Roca, tal  liberal él, echa más de leña al fuego: «Es voluble y   fantasioso, con un  cierto desequilibrio sin llegar a ser grave, lo que   le hace no apto para  el matrimonio». 
   Marta  Pérez Morcillo le acusa de cultivar las bajas pasiones  impropias  de la  clase social a la que pertenecía: «Se iba de putas,  pero no de  las  «finas» [que sin duda era menos pecado], sino las de la  calle». El  padre  de la segunda novia, José Manrique de Lara Bosch, le  condena a la   hoguera: «Era un mujeriego empedernido que le maltrataba  a Margarita y   venía a suplicarme que intercediera para que le  perdonara, que había   roto con su vida depravada anterior, lo cual  nunca fue cierto». Y, por   último, su madre, María Jesús, amor de  madre, madre no hay más que una,   enfatiza sobre la «prenda» que le  habían arrebatado: «El no la quería,   nunca la quiso. Solo se casó para  exhibirla como un objeto social, como   un bien inalcanzable para un  individuo como él».   
      Son algunos de los testimonios. Sin embargo, las apariencias   engañan. Y  más cuando se trata de tribunales eclesiásticos donde la   mentira y la  simulación son la base sustancial del proceso judicial   para conseguir un  litigio corto y satisfaga a las dos partes.  
   Volviendo  al hilo conductor de los hechos, lo cierto es que al  conocer  la extraña  gravidez de su mujer, como no creía en las virtudes  del  Espíritu Santo,  el empresario se negó radicalmente a reconocer la   paternidad de la  menor. Rafael González y Bravo de Laguna era   consciente que, con un  nuevo vástago en camino, infidelidades al   margen, su matrimonio podría  convertirse en un infierno, dado el   carácter problemático y conflictivo  de la mujer con la que había sido   llevado a la fuerza al altar. 
   Y  es que, desde su punto de vista, Margarita Manrique de Lara era una    mujer voluble, complicada, con fuertes altibajos de carácter,  sometida a   frecuentes depresiones  y, por tanto, incapacitada para  tener hijos,    educarlos y para gobernar una casa como Dios manda. Tras  nacer el   primogénito, Borja, en 1992 se había dicho para si: uno y no  más.
   Por  las mismas razones, meses antes se había opuesto igualmente a que   la  «señora» acudiera a Rumania a adoptar a dos niñas, como pretendía,    aunque finalmente acabó transigiendo, consciente de que por muy mala    vida que les diera su ex mujer, peor era sin duda la que le esperaba a    las menores en un orfelinato de un país del Este sin luz, calefacción  ni   alimentos infantiles adecuados. 
   Tras  los viajes a Rumania, sin embargo, en lugar de dos niñas, le    concedieron el acogimiento de una sola, A., nacida en el año 2000, con    la que se presenta en Las Palmas de Gran Canaria poco después de que    cumpliera un año de edad. 
   ─  Pero se la damos en adopción porque esta casada con un señor que    acredita disponer de medios suficientes para poder mantenerla. Porque si    se tratara de usted, que no tiene profesión ni medios de fortuna, en    manera alguna le entregaríamos a la niña ─ le dijeron en el centro de    acogida.
   La  llegada de A. a la casa fue una bendición para la familia durante    algunos meses. Cesaron las discusiones y la pareja pareció  reconciliarse   de nuevo. Sin embargo, el nuevo hecho, el que Margarita  Manrique de   Lara, apareciera ahora con una hija «putativa», era otro  cantar.    
 ─ Lo que tienes que hacer es abortar o marcharte de Las Palmas ─ le recrimina el empresario.
 ─ Eso ni lo sueñes. Mis creencias religiosas lo impiden.
 ─ ¿Y si según tus creencias religiosas el matrimonio es un sacramento, por que te has comportado como una cualquiera?
 ─ Ha sido un error, lo acepto.
   ─  Y ahora tengo yo que cargar yo con el «error». ¿Por lo menos    garantízame que no has estado con un negro? ¿No pretenderás que le de    mis apellidos a un niño de color y me convierta en el hazmerreír de la    isla? ─ pregunta.
 ─ No, eso te lo garantizo.
   El  esposo que por esa época es ya un conocido empresario, con gran    relevancia social, consejero delegado para España de la empresa Saur,    ligada al conglomerado empresarial francés de la familia Bouygues acaba    pasando por el aro, siempre que el asunto se mantenga en secreto y sus    amigos no le llamen cornudo a sus espaldas. 
   De  modo y manera que el industrial, amigo personal y hay quien dice   que  hasta testaferro del dirigente de Coalición Canaria José Carlos    Mauricio, hecho que no puede probarse, se encontró de pronto con que su    familia había crecido con dos nuevas hijas postizas, muy especiales:  A,   adoptada en el extranjero, y M., de «padre desconocido», aunque    Margarita acabaría identificándolo, las dos reconocidas como suyas en el    registro civil de la ciudad.  
 ─ ¿No tendremos problemas con Agustín, no aparecerá un buen día reclamando la paternidad de M? ─ pregunta.
 ─ No. Déjalo de mi cuenta. Ya lo he hablado con él.  
  DIVORCIO CONTENCIOSO.-    El asunto y el carácter cada vez más tornadizo, inestable,  caprichoso,   frívolo e irascible de la dadivosa damisela, que considera  que sus  hijas  son suyas y sólo suyas, acabaría rompiendo el  matrimonio meses  más  tarde. El 14 de marzo de 2002, asesorados por el  abogado Luis León   Fernández, acuden al juzgado de familia y firman un  convenio de   separación de mutuo acuerdo.
   Se  determina así que la guardia y custodia de las menores   corresponderá a  la madre y que el padre tendrá derecho a un amplio   régimen de visitas,  con derecho a pernocta, lo que permitirá a Rafael   González Bravo de  Laguna tener a las dos menores, de las que es padre   jurídico, las  semanas alternas y  las partes proporcionales de la   Semana Santa, las  Navidades y las vacaciones del verano. 
   A  cambio de ello, el padre a la fuerza se comprometía a hacer frente a    todos los gastos de las dos niñas, educación, alimentación, vestidos,    vacaciones y todo aquello que les hiciera falta hasta que fueran   mayores  y pudieran valerse por si mismas. Porque la dama ejemplo de   acrisoladas  y sólidas virtudes no tenía oficio ni beneficio.     
 LA LOTERIA QUE SIEMPRE TOCA.-    Unos meses antes de la separación de la pareja, Agustín Juárez se    encuentra en Tenerife asistiendo a una competición deportiva cuando    recibe la llamada de Josefa, su madre.
 ─ No sabes lo contenta que estoy... ─ le anticipa.
 ─ ¿Qué te pasa? ¿Te ha tocado la lotería?
 ─ No, esta mañana por casualidad me he enterado de que soy abuela.
 ─ Ah, y, ¿quién te lo ha dicho?
   ─  Don Juan Artiles, el vicario de la Diócesis. ¿Por qué me lo habías    ocultado hijo mío? Cuando vuelvas a Las Palmas quiero conocer a esa    niña. 
   Así  que, de regreso a la isla, el campeón nacional de vela, fue a ver  a   Margarita Manrique de Lara Martín-Neda para que le permitiera  llevarse  a  la menor con el fin de que la conocieran sus padres.
 ─ Puedes acompañarnos venir tu si quieres… ─ le comentó para allanar el camino.
   Al  igual que las mujeres de la calle que llenas de remordimientos se    vuelven santas, la adultera se puso como una hiena. M. era    exclusivamente hija suya, lo que había habido entre los dos fue una    simple aventura, y no iba a compartirla con ningún hombre. Lo que le    había costado a ella que Rafael le diera su apellido para que ahora un    amante ocasional se presentara exigiendo ejercer sus derechos de    paternidad. 
 ─ ¿Pero tú qué te has creído Agustín?
 ─ No te pido nada del otro mundo. Quiero ejercer mis derechos de paternidad, tal y como establece la Ley.
   A  partir de entonces, tras acabar la temporada de regatas, Agustín   Juárez  se buscó un abogado e inició su batalla en los tribunales para   que se  le permitiera tener a su hija. Pero todos sus esfuerzos   resultaron  inútiles. Margarita Manrique de Lara no sólo no le deja ver a   la niña ni  llevársela a casa de sus madres. Le ignora completamente   hasta el punto  de negarse a recoger todas las citaciones que empiezan a   llegarle para  acudir a los juzgados a esclarecer la paternidad de la   niña: su actitud  soberbia y displicente hacia la Justicia se repite en   Cádiz, Jerez, Las  Palmas, en su domicilio (calle Reyes Católicos 28),   en el de sus padres  (calle Ingeniero José Bosch y Sintes), en el   despacho de abogados de su  progenitor Pepe Manrique de Lara Bosch
   Incluso,  en una ocasión, en que casualmente se encuentra por la zona,   Agustín  Juárez es testigo de la llegada de un oficial del juzgado a   citar a su  altanera y jactanciosa ex amante y como es despedido con   cajas  destempladas.  
 ─ No, esa señora, esa tal Margarita, no vive aquí ─ dice un familiar.
 ─ ¿Cómo que no vive? Está ahí dentro. Acaba de entrar ─ media Agustín.
   Paralelamente,  se produce un segundo hecho. Los hermanos de la   especialista en amores  extraconyugales, a los que conoce en su mayoría   del colegio, del Club  Náutico, del Gabinete Literario, y de otros   centros culturales y  deportivos de la isla, en un intento de proteger a   su hermana, empiezan a  acosarle para que renuncie a la paternidad. 
«PARA RETIRARME EL DERECHO A ESTAR CON MI HIJA, MI EX AMANTE HA LLEGADO A DECLARAR QUE YO SE LA HE VENDIDO»
   Agustín  Juárez, sin embargo, no solo no desiste. Cada siente más  apego   por la  niña y se convence más de que, como persona adulta y   responsable, tiene l  a obligación de ejercer el derecho a la paternidad   con todas las  consecuencias. 
 MANTIS RELIGIOSA.-    Comportándose como una auténtica viuda negra  o, nunca mejor dicho, como una feroz Mantis Religiosa dispuesta a deshacerse   del  macho, según se ha contado en el anterior capítulo, la «guerra» de   la  mujer era a dos bandas. Desde la separación de su ex marido, en   marzo de  2002 hasta el 27 de diciembre de 2004 la hija de su padre y de   su madre  se resiste sistemática y radicalmente a cumplir el régimen  de  visitas.  Ni en una sola ocasión había permitido a Rafael González   Bravo de Laguna  ver a sus dos hijas adoptivas.
   Para  obstaculizar el cumplimiento del convenio regulador suscrito de   mutuo  acuerdo se inventó todo tipo de triquiñuelas, a cual más   extravagante.  Tras dejar un poder notarial a su padre para que pueda   disponer de sus  bienes, se va a vivir a Jerez de la Frontera, una   localidad gaditana mal  comunicada con el aeropuerto de Gando (Las   Palmas), un lugar donde no  tenía arraigo alguno ni trabajo ni motivo   legal o real que justificara  el alejamiento del que hasta entonces   había sido el hogar de las niñas.  Lo hace entre otras cosas porque su   amante «ingenuo y sentimental»,  según ella, se encuentra a pocos   kilómetros, en La Línea de la  Concepción preparándose para asistir a   las Olimpiadas de Atenas yb al  parecer pretende recuperarle. 
   Posteriormente,  se inventó las enfermedades de las niñas ─ una semana   enfermaba una y a  los quince días la otra ─ hasta que la empresa de   detectives Paradell  demostró con fotografías y vídeos que los días en   que los partes médicos  certificaban que estaban con otitis, faringitis,   placas en la garganta y  otras enfermedades que le impedían salir de   casa, se encontraban  tranquilamente en el parque de la urbanización   Residencial La Yeguada.
   En  algunos soportes informáticos, que no están incorporados en la   causa,  se le ve salir con el dueño de la Inmobiliaria Sherry, José   Antonio  Armario, sin que pueda precisarse el interés que tenía   Margarita  Manrique de Lara por visitar en su compañía algunos de los   apartamentos  amueblados que éste tenía en alquiler por la zona. ¿Se   habría ofrecido  la señora al promotor para decorarlos juntos ─ ella   asegura que es una  excelente decoradora ─ al estilo, pongamos por caso,   Napoleón [y  Josefina] o iban a rezar el rosario juntos?. 
   Y  cuando los juzgados de familia le advirtieron con encarcelarla si    persistía desobedeciendo de forma obstinada y pertinaz a los reiterados    autos y retirarle la patria potestad de las menores en beneficio de  su   ex marido, accedió a que pasaran un fin de semana con el empresario    insular.
   Pero,  ¡oh, bendita casualidad! ¡oh, Dioses del Olimpo!, ese mismo día   el  padrastro quien, por ciento, ha puesto a las niñas como  accionistas  en  algunas de sus sociedades para garantizarles el  porvenir, resulta  que  era un ogro malvado, un mal bicho, un abusador  deleznable escoria  de la  sociedad, que diría el feminismo radical. El  día de marras, en  lugar de  sacar a pasear a las niñas por el parque o  comprarle un osito  de  peluche, intentó abusar sexualmente de una de  las menores, A., la  niña  nacida en Rumania. 
   Los  tribunales demostraron con creces, sin embargo, que todo era   falso, que  se trataba de un burdo montaje para forzar a la Justicia a   suprimir, de  manera cautelar, el régimen de visitas acordado año y   medio antes con  Rafael González Bravo de Laguna. Y así, acusando a su   ex marido del  delito más grave y deleznable que se puede imputar a un   hombre,  consiguió su maquiavélico propósito: los juzgados de familia de   Las  Palmas decidieron que el padre no tuviera contacto alguno con las    menores hasta que el asunto quedara definitivamente aclarado.
   Cuando  los tribunales le devuelven el  régimen de visitas suspendido    temporalmente, casualmente, ¡oh, bendición de Dios!, ¡oh, prodigio de  la   naturaleza! vuelven a aparecer nuevas denuncias contra el  empresario   grancanario por los mismos abusos sexuales ─ en este caso  con un absurdo   informe de la supuesta psicóloga Pilar Berzosa, de  Jerez ─ que por sus   contradicciones se revelan como un nuevo montaje. 
   Y  es que al igual que las mitológicas amazonas o algunos insectos de   la  especie de los arácnidos, tras aparearse con sus maridos y amantes,    Margarita Manrique de Lara está dispuesta a acabar sus relaciones con    ellos, sin tener en cuenta las consecuencias de sus actos, y  cualquier   medio por repugnante y siniestro que sea le resulta  aceptable.
   Cansado  de soportar las venganzas y las locuras de su ex mujer, G.   Bravo de  Laguna coge ─ nunca mejor dicho ─ el toro por los cuernos y a   la vista  de que la justicia civil que, como justicia rogada que es, no   toma  decisiones radicales para cortar los abusos acude al juzgado de    Instrucción número 7. Dispuesta a que la facinerosa encontrara la  horma   de su zapato, el titular del juzgado la obliga a cumplir el  régimen de   visitas y a entregar a sus hijas en el juzgado el 14 de  junio de 2006.   «Y si se niega o se busca nuevas excusas la meto en la  cárcel», le   advierten. 
 TIERRA DE POR MEDIO.-    Decidida a burlar la Ley al igual que los cuatreros del viejo Oeste,    haciendo uso de su sensatez y de su altura de miras hacia su ex    familia,  la afectada trama un pérfido plan para poner pies en polvorosa    y que los jueces dejen de acosarla: fugarse de España y darle a la    Justicia con sus propias puñetas en las narices.
   En  contra de lo relatado en el capítulo anterior lo hace con el apoyo   de  su madre y, al menos, de algunas de sus hermanas que son  conscientes  de  sus intenciones y colaboran en la planificación y  ejecución de la   escapada. 
   Las  grabaciones telefónicas que existen y los testimonios de   particulares  revelan que el primer proyecto de la susodicha fue escapar   a Italia, por  la similitud del idioma. Para ello contó con el  concurso  de una hermana  quien le pone en contacto con una amiga  residente en  Roma. Tras  realizar las averiguaciones pertinentes  desistió de estos  planes: la  patria de Rómulo y Remo era un país muy  caro. Luego la  fugitiva trató de  poner tierra de por medio huyendo a  Holanda pero  allí, el nivel de vida  era más alto aún. Y había un  problema añadido,  el idioma. 
   Es  entonces cuando, ayudada por otra amiga de Las Palmas, novia de     un  empresario caribeño, organiza una escapada a República Dominicana   con el  objetivo de establecerse allí. Lo hace entre el 20 y el 27 de   julio,  fechas en las que aparece registrada en el hotel   Intercontinental de  Santo Domingo, donde abona una factura por algo más   de seiscientos Euros  por la estancia.
   Debido  al clima, a las enfermedades tropicales, a la delincuencia, al   bajo  nivel cultural de sus gentes y a que necesitaba un mínimo de  3.000  euros  para vivir medianamente bien, el país no le gusta y  regresa de  nuevo a  Gran Canaria no sin antes haber tenido un pequeño  contratiempo  con la  «amiga» la cual, según me cuenta Agustín, le  acusa, ni que fuera  una  cualquiera, de intentar birlarle el novio un  ratito. 
   Debido  a todo ello, el 1 de septiembre de 2006 opta por secuestrar a   las  menores y llevárselas a Portugal, sin comunicar su paradero a   ninguno de  los dos padres, ni al biológico ni al jurídico, que acuden    inmediatamente a los tribunales a denunciar la desaparición y    «retención» de sus hijas M. y A.
   Pese  a las precauciones adoptadas para no ser localizada ─   escolarización de  las niñas en centros portugueses, alquiler de la   vivienda con nombre  ficticio, uso de nombre falso en las llamadas con   su madre a un  domicilio de una tercera persona, envío de dinero por sus   padres sin  dejar rastro documental ─ no es la policía ni Rafael   González y Bravo de  Laguna con todo su dinero y sus medios el que logra   dar con la pista  del paradero de la malhechora.
   Lo  logra el campeón de vela Agustín Juárez, tras un largo y minucioso    rastreo de todos sus pasos por Las Palmas de Gran Canaria, Jerez,  Cádiz  y  otras localidades españolas y extranjeras.
 LA CAZA DE LA FUGITIVA.-     «Cuando supe que había huido con mi hija lo primero que hice fue    trasladarme a Jerez de la Frontera y empezar a seguir su rastro y a    rastrear cualquier otro indicio que me pudiera llevar a su paradero», me    cuenta el deportista.
   Allí  visitó la primera casa en que había vivido su hija, cerca de la   plaza  de toros de la localidad, la segunda vivienda, situada en la    Urbanización La Yeguada, avenida Duque Abrante, 58. Acude al colegio, se    entrevista con los profesores, los amigos de la «gran dama»  y    descubre, entre otras cosas, que su ex amante había cargado sus enseres    personales en el Opel Zafira a las once de la noche anterior a la  fuga,   asegurando a sus vecinos que regresaba a Las Palmas, y que nada  más   poner el motor en marcha puso rumbo a Portugal. 
   «Una  de las con las que me encontré es que había ocultado a todo el   mundo  quien era el verdadero padre de su hija M. Lo supe cuando llamé a   la  psicóloga Pilar Berzosa y me presenté a ella. Observé cómo se le   ponían  los ojos a cuadros». 
 ─ Aquí debe haber un error. ¿El padre de la niña no es Rafael González y Bravo de Laguna?.
   Con  esos datos, Agustín regresa a Las Palmas y cuando esta a punto de   darlo  todo por perdido inesperadamente se encuentra con una amiga   común,  M.M., la mujer que le ha ayudado a viajar a República   Dominicana, con la  que comentan los últimos acontecimientos ocurridos   en la isla.
   ─  Pues yo acabo de ayudar a una chica de aquí de Las Palmas, de buena    familia, a huir de España. Estaba casada con un mafioso madrileño que   le  hacía la vida imposible y opté por darle mi apoyo.  
 Al escuchar el comentario, a Agustín Juárez se le enciende una luz.  
 ─ ¿Estas segura de que se trata de un mafioso madrileño? Yo creo más bien que se trata de una persona de aquí, de Las Palmas. 
 ─ No, no puede ser. 
 ─ Te digo que si. ¿Si te doy el nombre de la mujer tú te comprometes a confirmármelo?. 
 ─ Venga, de acuerdo
 ─ Margarita Manrique de Lara. 
   Atento  a la reacción de su interlocutora, el regatista observa en ese   momento  que a la madre de M.M., presente en la conversación, casi se   cae al  suelo al escuchar el nombre. Una vez confirmada la información,    pregunta:  
 ─ ¿Sabes dónde se encuentra ahora?
 ─ En Portugal. Al final escapó a Portugal ─ responde M.M.
   Con  ese dato, el intrépido navegante se puso a investigar por su   cuenta en  Internet. Como sospechaba que debía haber fijado su   residencia en una  ciudad grande y que tendría que escolarizar a las   niñas, elaboró una  larga lista de colegios. Haciéndose pasar por un   ejecutivo valenciano  que trabajaba para una multinacional petrolera,   que iba a ser destinado a  Portugal y necesitaba buscar colegio para sus   hijos, de 4 y 5 años,  empezó a preguntar pero sin demasiado éxito. 
   Así  que, con la lista en la mano, volvió a ponerse en contacto con la   amiga  que le confirma el nombre del colegio: «Es el Mira Ríos de   Lisboa. Me  consta que ahí reservó la plaza».  Con estos datos el   deportista de la  vela, actúa ya sobre seguro. Llamó al centro escolar y   le confirman la  información. 
   ─  Pues si, por fortuna sus hijas no se van a sentir aisladas aquí.    Tenemos una reserva de plaza para otras dos niñas. Lo que pasa que no es    que está pendiente de confirmar. Es probable que se vayan a vivir a    Cascais y busquen otro colegio por la zona.
   Una  vez localizada la fugitiva, Agustín acudió a la comisaría de   policía y  comunicó su hallazgo a los agentes encargados del caso. A   partir de  entonces, éstos procedieron a controlar las llamadas que se   hacían desde  Cascais y averiguaron que hablaba todos los sábados a una   hora  prefijada con su madre María Jesús. Pero que para evitar ser   localizada  lo hacía llamando al domicilio de su tía ya fallecida.
 TRAUMA GRATUÍTO.-    Cuando nueves meses más tarde su ex amante y madre de su hija  es    detenida en Sevilla en 1 de junio de 2006 y las niñas son trasladadas a    Las Palmas, Agustín Juárez tiene la oportunidad de estar por primera   vez  a solas con su hija M.
   Aunque  nada más ser aprehendida y encarcelada, sin oír a todas las   partes en  litigio, el juzgado de Instrucción 7 retira automáticamente   la guarda y  custodia a la madre y se la atribuye Rafael González Bravo   de Laguna,  durante algunos finales de semana el deportista canario se   las lleva a  su casa para que la conozcan sus padres, a los que empieza  a  llamar  «abuelos» debido a lo cual su hija, que es muy lista, cae en  la  cuenta  de que le están ocultando algo.
 ─ Entonces, si ellos son mis abuelos tú eres mi padre, ¿no? ─ le dice a Agustín.
   El  deterioro intelectual y  social de las dos menores es evidente.  Las   niñas apenas tenían ropa, no recordaban muchas palabras españolas y  se   expresaban en portugués. Se habían olvidado también de quiénes  eran  sus  amigos y vecinos ─ incluso sus primos ─  y constantemente   preguntaban a  unos y a otros: «¿y tú quién eres?»
   Afortunadamente,  tardaron muy poco en readaptarse a la nueva  situación   y, como niñas  sociables que eran, se integraron  inmediatamente a la  nueva situación.  Sin embargo, los reiterados  intentos de su madre de  sacarlas de su  círculo natural de amistades,  trasladándolas primero a  Jerez y  posteriormente a Cascais, donde se  encontraron sin duda en un  ambiente  hostil, que no era el suyo, donde  vivieron aisladas y casi  encerradas  por temor a ser descubiertas,  debió marcar su infancia para  siempre. 
LA GUERRA ENTRE LAS TRES PARTES EN LITIGIO HA SIDO DE TAL CALIBRE QUE UNA DE LAS MENORES HA LLEGADO A TENER TRES APELLIDOS DIFERENTES AL MISMO TIEMPO
    Un  trauma gratuito e innecesario que debería ser motivo suficiente   para  que a la sujeta le fuera retirada a perpetuidad la guarda de las   menores  ya que carecía de razones para escapar salvo su desequilibro   emocional y  tal vez mental: los abusos sexuales a las niñas eran falsos   y en ningún  momento denunció malos tratos o vejaciones por parte de  su  ex amante ni  tampoco de su ex marido hacia ella. 
 ¿PREPOTENCIA O IMBECILIDAD?.-    Hay quien dice que durante los nueve meses en que Margarita Manrique   de  Lara se convirtió en fugitiva de la Justicia y se ocultó en  Portugal  su  ex marido perdió la cabeza. O cometió un acto de soberbia o  de   imbecilidad impropio de una persona como él, acostumbrado a  moverse como   pez en el agua en el mundo de las altas finanzas isleñas y  en los   círculos sociales. 
   De  esa manera se explicaría que una mañana se presentara en el   registro  civil de Las Palmas y, a sabiendas de que  la Ley prohíbe   cualquier acto  contario al interés del menor, declarara que iba a   impugnar la  paternidad de una de sus hijas, M., pues «me consta que su   padre es otra  persona». 
   A  partir de ese día y tras el repudio legal a la menor, una vez   aportada  la documentación pertinente, se hace constar oficialmente en   una nota  marginal de la hoja de inscripción del nacimiento en el   registro civil  que M. González Manrique de Lara pasará a llamarse a   partir de entonces  M. Manrique de Lara. Enterado de esta circunstancia,   el padre biológico  de la menor, acudió automáticamente al mismo   centro, solicitó que se le  hiciera un reconocimiento de paternidad y se   le diera su apellido a la  niña.
   Realizada  la prueba de ADN meses más tarde, cuando tras la busca y   captura  internacional, la madre es capturada en Sevilla, el resultado   es  concluyente: Agustín Juárez tiene un 99’ 9  por ciento de   posibilidades  (la mayor garantía que establece la ciencia) de ser el   padre biológico  de M.  
   Con  este dato en la mano, el deportista internacional reclamó la   guardia y  custodia y la  patria potestad de las dos menores para si,   toda vez que  la jurisprudencia y los informes psicológicos recomendaban   no separar a  las dos niñas. El juez, sin embargo, decidió atribuir la   custodia de A. a  Rafael González y Bravo de Laguna dándole también   «facultades  tutelares» sobre M., la hija repudiada, lo que le permite   representarle  ante los tribunales en cualquier procedimiento en defensa   de sus  derechos e intereses, salvo los supuestos contemplados en el   artículo  271 de Código Civil (lo relativo a las prorrogas de la patria   potestad).
   Pese  a todo, el juzgado de familia ordena que se cambie por segunda   vez el  apellido a la menor, que ahora pasa a llamarse M. Juárez   Manrique de  Lara. Los cambios, sin embargo, se realizan solamente en el   registro  civil, en la partida de bautismo y en el padrón  municipal.   En el  colegio sigue llamándose M. González Manrique de Lara y en el   documento  nacional de identidad M. Manrique de Lara. 
 GUERRA DE APELLIDOS.-    Todo ello es consecuencia de la malquerencia de los padres, que se    enzarzan esta vez en una guerra de apellidos. Como el asunto, a largo    plazo puede crear problemas morales y sicológicos a la menor, al figurar    con tres «nombres» distintos en diferentes organismos y el colegio se    niega a cambiarlos para evitar el escándalo, Agustín Juárez recurre a    los jugados de familia. 
   Se  encuentra de nuevo con la oposición del padre putativo de M., que   sigue  resistiéndose a que sus hijas se llamen de distinta manera en el    colegio «lo que puede ser objeto de burlas de las otras niñas» y   afectar  a su honorabilidad. Logra de esta manera que durante un curso   escolar  M. Juárez Manrique de Lara siga siendo conocida por sus   compañeras como  M. González Manrique de Lara, pese a los   apercibimientos del juez de  familia. 
 Así que para evitar que la guerra de nombres entre las partes se prolongue en el futuro el magistrado José Alexis Reyes Negrín    opta por cortar por lo sano. En sentencia de 15 de enero de 2010,    decide que con el fin de no «mantener indefinidamente la mentira y    evitar que la niña sufra en el futuro las consecuencias» se inscriba a    ésta en todos los centros oficiales y públicos con el apellido de su     padre biológico. En ese instante, Rafael González y Bravo de Laguna,    para no tener que soportar la vergüenza de la infidelidad conyugal,    decide separar a las menores de centro escolar, lo que supone una    segregación de hecho de las niñas la mayor parte del tiempo.
   Una  vez obtenido el cambio de apellido, el deportista náutico   considera que  ha llegado el momento de ir a por todas. Acompañado de su   abogado  Dolores Ojeda, y de su procuradora Mari Carmen Bordón se   presenta en los  juzgados de familia y exige para si la guardia y   custodia definitiva de  sus hijas, incluyendo en el «paquete» a A., la   niña rumana, toda vez  que la Ley exige que se crien juntas hasta   alcanzar la mayoría de edad.
   El  asunto cae por reparto en el juzgado de primera instancia número   cinco,  cuyo titular José Alexis Reyes Negrín, considerado la «bestia   negra»  por la familia Manrique de Lara, ordena la incoación inmediata   de  diligencias para esclarecer los hechos y acceder, si ha lugar, a las    pretensiones del demandante.
 MACHANGO DE MIERDA.-    El asunto no cae nada bien a la progenitora cuyo padre, el abogado   José  Manrique de Lara Bosch y sus hijos, casi todos ellos letrados,   quienes  daban por hecho que la Audiencia Provincial iba a devolver la   custodia a  su hermana, se encuentran inesperadamente con un obstáculo   añadido.
   Uno  de los hermanos, Jorge, se entrevista con el campeón de vela. Le   pide  que retire su escrito hasta que se resuelva el contencioso con   Rafael  González Bravo de Laguna a lo que éste se niega tajantemente. 
 ─ Son dos asuntos distintos. ¿No se que tiene que ver el uno con el otro? ─ protesta Agustín. 
 ─ Representa una clara interferencia en un largo proceso judicial. Creemos que tus pretensiones podrían perjudicarnos. 
   ─  Te olvidas de algo fundamental. Esa niña tiene un padre y, como  tal,   estoy dispuesto a reclamar mis derechos. No voy a permitir un día  más   que se críe como si fuera una huérfana.
      Los intentos para que renuncie a la paternidad se suceden hasta el    punto de que, según le cuenta Rafael González y Bravo de Laguna, en  una   vista oral ante los tribunales, el abogado José Manrique de Lara y    Bosch, padre de la interfecta, acusó al deportista de  «haber acudido  a   su despacho a negociar la venta de la niña con él», como si se  tratara   de una mercancía cualquiera, lo cual revela el estado de  «retorcimiento   judicial» al que habían llegado los hechos.
   El  campeón de España de vela niega radicalmente esta visita.  Desmiente   categóricamente que, en momento alguno, haya tratado de  comerciar con  su  hija «ni siquiera por todo el oro del mundo». Lo que  ocurrió, según  él,  fue todo lo contrario. Desde el primer momento el  padre de la novia  le  prohibió visitar su despacho. 
   Sin  embargo, a partir de entonces, por pretender ejercer su derecho a   la  paternidad, todos los hermanos, con algunos de los cuales fue al   colegio  de pequeño, le retiran automáticamente el saludo. Incluso uno   de ellos  le insulta llamándole «machango», lo que traducido al román   paladino  vendría a ser algo así como «marioneta», «pelele» o   «monigote».
    Algo parecido le ocurre con Rafael González Bravo de Laguna. Un día se entrevistan carta a cara.  El empresario le propone:
 ─ Quiero que me des a la niña en adopción. Y no te preocupes por nada. A partir de ahora tendrás tu vida arreglada.
 ─ ¿Si?. ¿Y qué le decimos a M.?
 ─ Pues nada. Que tú eres su tío.
   ─  Y tú consideras que soy tan mala persona como para renunciar a la    paternidad de mi hija para entregársela a un extraño. ¡Estas loco!
   ─  No veo por que. Yo no te prohíbo que la veas. Podemos incluso pedir   al  juez que, dado que eres el padre, esté contigo el tiempo que  quieras  e  incluso que pernocte en casa de tus padres.
   ─  Pero bueno, aquí quién es el padre. ¿Tú o yo?. ¿A quien debe   reconocer  la Justicia los derechos a partir de ahora?. ¿Como puedes   imaginar ni  por un asomo que voy a renunciar a mi hija para   entregársela a un  extraño?. 
   ─  Yo no soy ningún extraño. Les he cogido tal cariño a esas niñas,  que   las quiero como si fueran hijas mías. Incluso para que no se  queden   desamparadas si me pasara algo las tengo en algunas de mis  sociedades.
 ─ Te entiendo, pero no hay nada más que hablar. 
   En  vista de que es imposible llegar a algún tipo de acuerdo, Rafael    González Bravo de Laguna se presenta en los juzgados, en el    procedimiento incoado por el deportista, y exige la patria potestad y la    guardia y custodia de las menores para si. Accede, en cambio, a que  su   padre biológico pueda ver de vez en cuando a M., de acuerdo con lo  que   decida la justicia. Pero pide que Juárez revele a los tribunales   cuánto  dinero gana y le pague mensualmente una cantidad para la   manutención de  su hija, dinero que ha de depositar en la cuenta   corriente que  oportunamente designará, debiendo ingresar la suma antes   del 5 de cada  mes.
 AMENAZAS DE MUERTE.- A    partir de entonces, las tirantes relaciones del regatista  mundialmente   conocido con el empresario grancanario se rompen  definitivamente.  Hasta  el punto de que cada vez que González Bravo de  Laguna tiene que  ponerse  en contacto con él para discutir algún asunto  relacionado con  las niñas,  en lugar de hacerlo personalmente trata de  ningunearle  enviándole al  jefe de su guardia de seguridad personal.
   Y  empieza a partir de entonces a recibir amenazas, inclusive de   muerte,  para que se retire del asunto y renuncie ante los tribunales a   reclamar  los derechos que le corresponden como padre. Hasta un total  de  dos  «advertencias», que tiene registradas, con todo tipo de  pruebas,  aunque  se niega a revelar de parte de quien proceden y  quiénes han sido  los  transmisores de las bravuconadas y los mensajes  intimidatorios a  los que  al principio no dio importancia pero que  ahora comienza a  tomarse en  serio.
   «Como  se que ante la impotencia y debilidad en que se encuentran las   otras  dos partes, alguna de ellas  puede intentar quitarme de en medio  ─  me  cuenta ─  he tenido que empezar a tomar precauciones y evitar   acudir  sólo a determinados lugares, y a estar pendiente de lo que pueda   pasarle  a mi novia y, además, estar atento a cualquier cosa rara que   ocurra en  mi entorno y el de mi círculo íntimo».
EN VARIAS OCASIONES SE HA MANIPULADO A LA JUSTICIA, POSPONIENDO UN JUICIO, PARA QUE LA MADRE SE HAGA CON LA GUARDIA DE LAS DOS HIJAS DERECHO QUE SE DISPUTAN TAMBIEN SU PADRE PUTATIVO Y EL EX AMANTE
 INSTRUMENTALIZAR A LA JUSTICIA.-    Como son tres las partes que reclaman para si a las menores, el   juzgado  de primera instancia 5 que instruye su caso, tras incoar el   sumario,  fija la fecha para la celebración de una vista oral con el fin   de  acordar las medidas provisionales en tres ocasiones. La primera de    ellas, el 15 de octubre, la segunda el 1 de diciembre y la tercera el   30  de enero de 2011. 
   En  los dos primeros casos, el plenario tiene que suspenderse porque  el   letrado de Margarita Manrique de Lara, el ínclito Marcos García  Montes   se persona por medio de procurador en el juzgado y comunica que  tiene   otra vista señalada previamente sin  aportar, al menos en el  primer   caso, documentación fehaciente que avale sus afirmaciones. 
   Fuentes  judiciales cercanas al juzgado de primera instancia número 5,   en  cambio, sospechan que se trata de una estrategia perfectamente   diseñada y  planificada para dilatar la vista oral y permitir, entre   tanto, que se  reuniera la Audiencia Provincial que debería trasladar a   la vía civil la  sentencia de del Juzgado Penal 5 y de la Sección Sexta   de la Sala de lo  Penal de la Audiencia Provincial que exime a la  madre  de haber cometido  el delito de «sustracción de menores».
    La  consecuencia lógica, en este caso, consistiría en que, oídas las    partes, el tribunal devolviera a la madre la guardia y custodia de las    hijas sin entrar en más detalles, ya que el procedimiento de medidas    provisionales y «régimen de visitas», instado por el padre biológico  de   M. se sustancia en otro juzgado de familia.
   Hay  por tanto, en apariencia, por una de las partes, un intento de    instrumentalización de los tribunales y fraude de Ley para conseguir    unos fines espurios y ajenos a su función judicial ─ la equidad, la    búsqueda del bien común y el cumplimiento de las leyes ─ parece más que    evidente. «Una vez que me devuelvan a mis hijos no va a haber tribunal    en el mundo capaz de retirármelos, porque estoy dispuesta a luchar  como   una leona para que eso no ocurra nunca más», me contó Margarita,    llorando y fuera de si, tal y como es bastante habitual en ella.     
 EL MONTAJE DE LA VENTA DE LA MENOR.-    A pesar de todo, por si la decisión de la Audiencia Provincial se    dilatara, el letrado de la familia recurre la pretensión de Agustín    Juárez. Lo más esperpéntico de su escrito es que niega tajantemente que    Juárez sea un deportista de élite, pasando por alto olímpicamente su    brillante curriculum deportivo y que haya tenido que cerrar una empresa  y   carece de recursos para alimentar a la menor. «No tiene donde  caerse   muerto» me dice Margarita. Los datos, sin embargo, resultan  bastante   inciertos. Aunque es cierto que el deportista ha tenido que  cerrar una   de sus empresas cuenta con otras sociedades que le permiten  disponer de   saneados ingresos y vivir sin escaseces. «Incluso, si  quisiera, podría   vivir como otros muchos deportistas que se jubilan en   el mar, del   deporte de la vela»  
   Otro  de los argumentos básicos de la defensa de la dama de  acrisoladas   virtudes es todavía más peregrino. Según consta en los  juzgados, el   padre biológico de M. no podría reclamar la patria  potestad ni la   guardia y custodia de la menor porque  habría vendido a  la niña en 2003 a   su madre, Margarita Manrique de Lara.
   Y  para apoyar esta tesis, el letrado aporta un extracto de un ingreso   de  10.000 euros en una cuenta bancaria cuyo titular no es ni siquiera   el  deportista olímpico y varias veces campeón de España de vela. «El   asunto  es tan absurdo que no tiene ni pies ni cabeza. Según la madre  le  he  vendido a mi hija por miserables 10.000 euros cuando sólo en que  se   reconocieran mis derechos de paternidad me he gastado más de  30.000.  ¿En  que cabeza cabe tal disparate?», se defiende Agustín  Juárez.
   Así  las cosas, cuando se reúna para tomar una decisión la Justicia lo   va a  tener muy difícil. Porque al margen de la batalla que se libra  en  los  tribunales, hay otra que se dilucida fuera de ellos, mediante  los  cuales  Margarita Manrique de Lara pretende recuperar unos derechos  como  madre  de los que nunca debió disfrutar, a la vista de su  errático y  heterodoxo  comportamiento, al manipular a las menores en  contra de su  padre  jurídico, haciéndoles un lavado de coco y  utilizarlas como moneda  de  cambio, como instrumento para conseguir la  disolución de la  sociedad de  gananciales y otras prebendas de su ex  marido por el que  siente un  cariño muy especial.  
   Entre  otras cosas, documentos de determinados negocios poco claros   realizados  por Rafael González Bravo de Laguna y los depósitos   existentes en al  menos dos cuentas corrientes abiertas en Suiza. Aunque   éste tiene  declarado que solo dispuso de una cuenta, que la abrió  para  financiar  los estudios de su hijo Borja, de 27 años, cuando  estudiaba  en un  colegio de la Confederación Helvética, hay quien  asegura que no  todo el  dinero es suyo.
   ¿De  José Carlos Mauricio tal vez, con el que viajó con su mujer en  una   ocasión a París, como cree mucha gente, aunque no existen pruebas  de   ello? O de algún otro político de las islas, donde hay más  corrupción   que lava, a los que ha ayudado como consejero delegado de  la empresa   Seur en España?
 ACABAR CON SU EX MARIDO.-    De ahí que, entre padrenuestro y avemaría, la dama de alta cuna y  baja   cama no oculte que está dispuesta a acabar con su ex marido «por    drogadicto, putero y…», aunque nada de eso está probado y, por el    momento, no pasan de meras habladurías.   
   Osada  y vengativa, la mujer tiene claro que su primera meta una vez   consiga  recuperar a sus hijas es quitarse a los dos maromos que tiempo   atrás le  dieron placer y ahora sólo le  causan disgustos que se busca   ella  misma.  «Sobre Agustín Juárez ─ le contó a mi magnetofón ─ me ha   dicho  mi abogado que es un desgraciado, que no puede mantener a una   niña, y  que no va a constituir ningún problema. Es casi imposible que   le  autoricen un régimen de visitas con mi hija M.».
   Le  inquieta más el caso de A, la menor adoptada en Rumania. El   empresario  Rafael González Bravo de Laguna sigue empeñado en los   tribunales en que  se mantenga el actual régimen de guardia y custodia   en exclusiva. Caso  de perderlo exigirá, sin duda, seguir ejerciendo su   derecho a un «amplio  régimen de visitas». Le ampara el hecho de que ha   pasado los tres  últimos años al cuidado de la menor y resultaría   contraproducente romper  de cuajo la relación paterno-filial establecida   en ese tiempo.
   Porque,  lo que parece claro en este endiablado asunto, es que todas   las partes  pretenden «retorcer el Derecho» para tener la razón, entando   a punto los  protagonistas de convertirse en querulantes como ocurrió   tiempo atrás  con Domingo López Alonso o José María Ruiz Mateos. 
    Dispuesta  a cortar por lo sano y a no perder más tiempo en los   juzgados con las  nuevas demandas civiles y posibles querellas que le   esperan, Margarita  dice tenerlo claro. «Una vez tenga la guardia y   custodia me voy con A. a  Jerez de la Frontera donde me esta esperando   mi equipo de psicólogas  [Sospecho pero no lo puedo probar que se   refiere a Berzosa y su clan],  las cuales me han prometido que en una   semana le sacarán a la menor  todos los abusos sexuales a que les ha   sometido su padre desde el año  2004 hasta la fecha». Y agrega:
   «Una  vez lo haya contado todo, ya lo tengo todo listo para presentar    denuncia en los juzgados de menores de Cádiz. La denuncia    automáticamente activará la maquinaria judicial, lo detendrán y lo    encarcelarán».
   Ajena  a que con su actitud puede provocar de nuevo una guerra sin   cuartel,  sin tener en cuenta de que las actuaciones judiciales   iniciales están en  la Audiencia Provincia de Las Palmas y su ex marido   puede pedir la  acumulación de causas y salir automáticamente absuelto,   la mujer sigue  en sus trece y no hay quien la haga bajar del burro,   aunque no está nada  claro quien en este caso es de verdad el pollino. 
   ─  Tengo una fe tremenda en Dios y eso no va a pasar. Como se que la   razón  esta de mi parte, que abusó de las niñas, si el me metió a mi en   la  cárcel sin haber echo nada, voy a hacer otro tanto con él. ¿Te   parece  mal?
 LA JUSTICIA DE ZAPATERO.-    Esta es la Justicia de la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero. No    satisfecho con ser el inventor de la Ley Orgánica de Medidas de    Protección Integral contra la Violencia de Género, que criminaliza a los    hombres por el hecho de serlo y ha encerrado a más de 1 millón de    varones en 5 años de aplicación sin lograr reducir los crímenes    pasionales ─ llamados ahora pomposamente crímenes de violencia de género    ─, ha abierto las puertas a la disolución automática del matrimonio   con  el divorcio express y ha dejado desprotegidas a decenas de miles de    familias y a miles de menores, objeto de comercio entre sus padres,    especialmente las mujeres.
   Porque  esta Ley, la más injusta, discriminatoria, arbitraria e ilegal   de todos  los tiempos, criminaliza al hombre por el hecho de serlo y   trata de  reducirlo a una piltrafa humana desde el momento en que en el   ámbito  familiar se produzca el menor atisbo de rencilla conyugal, sin   tener en  cuenta si esta ha sido producida por la hembra o el varón.
   Dispuestos  a cazar moscas a cañonazos, además de la Ley de Violencia   de Género, el  socialismo imperante ha dotado al feminismo radical de   toda una  parafernalia de gadgets legales que ha convertido al hombre en   rehén  permanente, en objeto de deseo y de repudio según convenga, de   sus  mujeres, amantes o compañeras sentimentales.  
   Estos  pueden ser, además, desposeídos de sus hijos, a los que sus   madres  pueden secuestrar o retener a placer sin recibir la más minima   sanción  penal, como el caso presente, salvo que hayan sido desposeídas   del  derecho a la guardia y custodia. Sin tener en  cuenta que esta   medida  sólo se aplica en contadas ocasiones: cuando la madre se dedica a   la  prostitución, cuando carece de medios para sostener y educar a sus   hijos  y en el caso de que tengan taras psicológicas o psíquicas   evidentes,  aunque existen sentencias en que esta cuestión es un   elemento  determinante para que se le otorgue la guardia y custodia «a   ver si se  cura». 
   La  custodia compartida, en vigor en muchos países, podría ser sin  duda  la  solución a un asunto tan polémico, que conduce al  desquiciamiento y  a la  locura, como acabamos de ver. Pero el feminismo  radical y una tal  Leire  Pajín dispuesta a gobernar haciendo «lo que  me salga de los  cojones»  acaban de darle la puntilla a este derecho  natural de los dos   progenitores. A partir de su inclusión en el Código  Penal, basta una   denuncia por malos tratos de una mujer ─ aunque sea  falsa o no llegue a   probarse nunca ─ para que al varón se le retire de  por vida su derecho a   la custodia de sus hijos.
   Como  aparece reflejado en el capitulo anterior, todo este cúmulo de    barbaridades y arbitrariedades se perpetran con absoluto desprecio de  la   Constitución Española, el Tribunal Constitucional, Convención de  las   Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, UNICEF, el Alto  Comisionado   de las Naciones Unidas para los Refugiados, Amnistía  Internacional,   Convención Europea de Derechos Humanos, Tribunal de  Derechos Humanos de   Estrasburgo, Human Rights Watch, Declaración  Universal de los Derechos   Humanos y otras muchas leyes y organismos  que defienden que los dos   progenitores son necesarios para el  desarrollo integral del menor, pese a   ruptura matrimonial, separación o  divorcio y que este derecho debe ser   amparado por Gobiernos e  instituciones. 
   El  asunto, según los datos del ministerio de Sanidad y Asuntos   Sociales se  pretende hacer extensivo a centenares de miles de   matrimonios  conflictivos, con el fin de preservar a 600.000 niños del   dolor de ver a  sus padres peleándose. Lo curioso de esta medida es que   siempre se  aplica al hombre, aunque la supuesta harpía encargada de   meter cizaña en  el matrimonio, de iniciar y acabar las peleas, sea la   mujer. 
   Y  luego, aunque España es el tercer país menos violento de Europa,   detrás  de Luxemburgo e Irlanda en las relaciones de pareja, las   feministas que  no paran de acorralar al hombre. Y convertir a la   familia en un estado  de excepción permanente para una de las partes   confundiendo los crímenes  pasionales ─ donde hay dos actores y, por   tanto, dos presuntos  responsables hasta que el asunto se aclare ─  en   un delito atribuido a  una de las partes, a la que se niega la   presunción de inocencia,  el  derecho de defensa y se encarcela con   carácter preventivo sin vista  previa, al igual que hacía el nazismo en   sus años de apogeo con judíos,  gitanos y otra «gente de mal vivir».
   El  asunto, sin embargo, con ser grave lo sería bastante menos si el    Gobierno no se empecinara en recortar cada vez más derecho a una de las    partes, como ha anunciado la ministra Leire Pajín la semana pasada,   tras  la última muerte de una mujer, la víctima número 84, como si el   Código  Penal fuera la panacea que solucionara todos los males en lugar   de  incentivar e inducir a muchos hombres, indefensos ante la Ley, a la    desesperación y a tomarse la justicia por su mano.
    Sin  embargo, de un gabinete inútil y de una ministra como Leire   Pajín, cuya  peculiar forma de gobernar y de nombrar a sus colaboradores   no es el  merito y la capacidad sino «lo que le salga de los   cojones»,  todo menos  Justicia se puede esperar.  




 






