Estos días, coincidiendo con el aniversario de su muerte, los partidos politicos le han vuelto a rendir público homenaje. Sin embargo, la figura de Blas Infante Pérez de Vargas (Casares, 5 de julio de 1885- Sevilla, 11 de agosto de 1936) considerado por la clase política y muchos ciudadanos el «Padre de la Patria Andaluza» sigue siendo polémica y causando problemas decenas de años después de su desaparición.
Y dando quebraderos de cabeza. Así, a comienzos de enero de 1980, el coronel de Infantería Juan Callejón, jefe por entonces en la región andaluza del Centro Superior de Información de la Defensa (Cesid), viajaba urgentemente a Madrid.
Por aquellas fechas, en las semanas previas a la convocatoria del referéndum consultivo sobre la autonomía para la región más meridional de España. Apropiándose de la figura de Blas Infante, los dirigentes del Partido Andalucista (PSA) le proclamaron Padre de la Patria Andaluza y pretendieron reivindicar en exclusiva su nombre para crear una comunidad autónoma al estilo de Al-Andalus.
Coincidiendo con estas maniobras, los servicios secretos detectaban dos viajes dos viajes de un alto cargo del PSA, el partido de Alejandro Rojas Marcos, Luis Uruñuela y Guillermo Jiménez a la Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular Socialista, para entrevistarse con Muammar El Gaddafi y la República Democrática y Popular de Argelia de Huari Boumedienne con el fin de recabar fondos con los que crear un partido de corte musulmán en Andalucía.
Dispuesto a cortar de raíz el brote separatista basado en la Sharia islámica y el Corán, tras analizar el asunto con su jefe accidental Gerardo Mariñas, con Andrés Casinello y otros altos cargos de la inteligencia militar, Callejón tomó una decisión. Se reunió en secreto con Pepote Rodríguez de la Borbolla, por entonces alcalde de Sevilla, y le planteó la necesidad de que el PSOE se adelantara y se declarara heredero ideológico universal del histórico dirigente nacionalista andaluz. Era la única forma de arrebatar esta bandera al Partido Andalucista, de corte nacionalista radical.
Notario y escritor, Blas Infante empieza a saborear Al-Andalus en las obras de Ribera y Tarragó, Asín Palacios, Dozy, Levy Provençal y otros. En 1921, estudia la historia de Al-Mutamid, el Rey poeta de Sevilla y Córdoba, escribiendo el drama teatral Mutamid, último Rey de Sevilla. A partir de esa obra se produce en él la metamorfosis. Pese a su cultura, es abducido por el Corán y las enseñanzas de Alá. En 1924, mientras las tropas españolas seguían persiguiendo al caudillo rifeño Abd-El-Krim, mientras en muchos hogares españoles se seguía llorando el Desastre de El Annual, ocurrido apenas tres años antes, Infante viaja a la tumba de Al-Mutamid en Agmhat, población cercana a Marrakech. Allí abjuró del cristianismo y se convirtió al islamismo.
La ceremonia de iniciación o shahada, como se conoce al acto o ritual donde profesó la fe islámica, se realiza en una pequeña mezquita de Agmhat, adoptando el nombre de Ahmad («el que pone en acto lo que estaba en potencia», según el parecer de Ibn Arabí). Los testigos del acto por el que Ahmad Infante se reconocía musulmán fueron dos andalusíes nacidos en Marruecos, y descendientes de moriscos: Omar Dukali y otro de la kabila de Beni-Al-Ahmar. El acto se produce el 15 de septiembre de 1924 y los testigos le regalaron una chilaba y una daga bereber, que conservó durante toda su vida, así como sus costumbres paganas de comer buen jamón y buenos solomillos de cerdo y beber fino y manzanilla de Jerez.
Tras esta transformación interior, pasó de defender el federalismo a propugnar el Estado libre de Andalucía llegando a diseñar su bandera, con los colores blanco y verde, este último como homenaje a los países musulmanes, y a bautizar su casa de Coria del Río con el nombre Dar al-Farah (en árabe Casa de la Alegría). A partir de entonces, publica textos como los siguientes:
- Europa ha quebrado. Hermanos de Afro-Asia, henos ya despiertos (Fundamentos de Andalucía).
- Nosotros no podemos, no queremos, no llegaremos jamás a ser europeos. Pero jamás hemos dejado de ser lo que somos de verdad: esto es, andaluces, euro-africanos, euro-orientales, hombres universalistas, síntesis armónicas de hombres (El Ideal Andaluz).
- Trabajemos con suma cautela en estos principios para que Andalucía vuelva a ser inspirada por su propio genio y porque su libro vuelva a ser el Al-Korán como dice la Sura III: Aquellos a quienes les hemos dado Al-Korán y lo leen como deben leerlo. (Manuscritos Inéditos, carta enviada al Congreso de los Pueblos sin Estado, Delhi (India), en 1930).
EL PADRE DE LA PATRIA ANDALUZA, SE HIZO MORO, ADOPTÓ EL NOMBRE DE AHMAD Y QUISO REIMPLANTAR AL-ANDALUS EN EL SUR DE ESPAÑA
Ahmad Infante es autor, junto con otros, del llamado Manifiesto andalucista de Córdoba donde define a la región como nacionalidad histórica dentro de una España federal y dice:
Sentimos llegar la hora suprema en que habrá que consumarse definitivamente el acabamiento de la vieja España (...). Declarémonos separatistas de este Estado que, con relación a individuos y pueblos, conculca sin freno los fueros de la justicia y del interés y, sobre todo, los sagrados fueros de la Libertad; de este Estado que nos descalifica ante nuestra propia conciencia y ante la conciencia de los Pueblos extranjeros (...). Ya no vale resguardar sus miserables intereses con el escudo de la solidaridad o la unidad, que dicen nacional.
Historiador, antropólogo, musicólogo, escritor y periodista, además de notario de Coria del Río fue autor en 1933 del himno, la bandera y el escudo de Andalucía (basándose en la propuesta de la Asamblea de Ronda de 1918) e inspirador del estatuto andaluz de enero de ese año. Su figura se agigantaba de tal manera que el 11 de julio de 1936 fue proclamado Presidente de Honor de la futura Junta Regional de Andalucía. Apenas pudo disfrutar de su nombramiento. Siete días más tarde se desencadenaba la Guerra Civil y el 11 de agosto de ese año, a los 23 días de iniciada ésta Ahmad era fusilado en el kilómetro 4 de la carretera de Sevilla a Carmona por un pelotón de falangistas.
Su obsesión por crear un estado musulmán en la parte meridional de España, el Al-Andalus árabe derrotado en 1492 por los Reyes Católicos, sigue siendo motivo de discusión para varios grupos terroristas árabes. Amparados bajo la sombrilla de Al Qaeda, pretenden que renazca de sus cenizas el viejo Califato Omeya, con capital en Damasco, que junto con los otros tres califatos (el Abbasi, de orientación sunni; el Fatimi, chií, y el Otomano, sunnita). Unidos constituirían los ejes básicos para reconstruir un mundo al estilo de Alá y del profeta Mahoma mediante la Guerra Santa a los infieles de acuerdo con la Sura que insta a «combatir en el camino de Alá los que truecan la vida inmediata por la vida última».
UN RECIENTE PARTIDO MUSULMÁN CREADO EN GRANADA REIVINDICA SU NOMBRE COMO NEXO DE UNIÓN ENTRE LAS DOS CULTURAS
Por eso, a pesar de los 73 años transcurridos desde su muerte, la figura de Blas Infante es reivindicaba de nuevo por el primer partido Musulmán de ámbito nacional, el Partido Renacimiento y de Unión de España (PRUNE), inspirado en el Islam, de inclinación pro-marroquí, de reciente creación en Granada y con ramificaciones a Madrid, Valencia, Sevilla, Asturias Barcelona y otras provincias españolas donde residen 1’3 millones de musulmanes.
Según la noticia que ofreció al respecto la Web layijadeneurabia.com, el presidente del nuevo partido islamista sería Mostafa Bakkach El Aamrani, vicepresidente de la FEERI, la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas, y su secretario general, Nahed Zrika. El logotipo de la nueva formación política es globo terráqueo, lo que viene a indicar el deseo de muchos musulmanes radicales: poner el mundo bajo la égida de Allah. Ahmad Infante es para ellos uno de los precursores del retorno de Al-Andalus a España.
Controvertido, iluminado y traidor a su propia tierra, de haber vivido en 2010, el Rey Mohamed VI de Marruecos le habría nombrado sin duda su embajador en España con la misión de recuperar Ceuta y Melilla para el Reino Alauíta y Osama Ben Laden se lo habría llevado a un desierto lejano para que le ayudara a planificar la Yihad contra todo aquello que no fuera musulmán y a colocarle el Hiyad o velo moro a las mujeres.
Por esa razón, Partido Popular y Partido Socialista, siguen haciendo de la figura del notario de Coria un motivo de orgullo. Y todos los años acuden a la carretera de Carmona, al Parlamento Andaluz o al municipio de Casares, su pueblo de nacimiento, donde tiene monolitos con su figura a rendirle tributo y homenaje. No porque lo tengan por un precursor del andalucismo moderno sino más bien por un chiflado y un tontiloco al igual que Sabino Arana. No se puede dejar, sin embargo, que su nombre sea utilizado por grupos como los Hermanos Musulmanes, el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, Al Qaeda en el Magreb Islámico o partidos moderados pro islamistas. Ni que estos encuentren un punto de apoyo en su agitada y truculenta biografía para construir la República Islámica de Al-Andalus, como califato árabe.
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