El presidente de la República Islámica de Irán Mahmud Ahmadinejad acaba de ridiculizar las sanciones de Estados Unidos y de la ONU en contra de su país para que ponga fin a sus planes y ensayos nucleares encaminados a construir la bomba atómica.
En una alocución televisada el 28 de junio pasado donde aparecen dos periodistas que hacen de convidados de piedra, uno de ellos una mujer con la mitad del rostro cubierto, el dirigente iraní asegura que su país no tiene 2 millones de habitantes sino de 75, una gran superficie de
Ahmadineyad, que la semana pasada amenazó con retirar las inversiones de su país en las bolsas europeas y provocar una crisis mundial si el Viejo Continente se unía a las presiones internacionales para hacerles entrar en razón, agregó que hace 60 o 30 años quizás el mundo habría aceptado las sanciones contra Irán pero no hoy.
Con un cinismo fuera de lo común dijo: «nosotros formamos parte de la cultura, civilización y el progreso del mundo», obviando que el país es una de las más feroces dictaduras militares de la tierra, tan totalitaria como el III Reich de Adolfo Hitler y que como el jefe nazi vive con una siniestra y enfermiza obsesión: borrar del mapa el estado de Israel.
Porque lo que el «descendiente ideológico» del ayatolah Jomeini no ha ocultado nunca es que el plan para dotar a su país de armas de destrucción masivas tiene una única meta: acabar con el «sionismo mundial», obviando así que en la guerra Irán-Irak de
En su intervención pública, Ahmadineyad pasó por alto también que en Teherán, controlada por los llamados Guardianes de la Revolución, no existe el derecho de circulación de personas, que los periodistas occidentales son detenidos acusados de espías y la mitad de la población ─ las mujeres─ no tienen derechos, han sido privadas de su dignidad como seres humanos y siguen siendo sometidas a castigos crueles y degradantes como la lapidación en las plazas públicas por presuntos delitos sexuales (la infidelidad al marido, su dueño y guardián), desaparecidos de los códigos penales europeos. A los homosexuales, en cambio, les espera la horca si son acusados de seguir el ejemplo de Pedro Zerolo o del ministro español de industria, Miguel Sebastián, los cuales allí llevarían varios años criando malvas.
EN UNA ALOCIÓN TELEVISIVA AHMADINEJAD AFIRMÓ QUE EL COEFICIENTE DE INTELIGENCIA DE LOS IRANÍES ES MUCHO MÁS ALTO QUE EL DEL RESTO DEL MUNDO
«Tenemos 180 países amigos que se van a oponer a esas sanciones. El coeficiente de inteligencia (IQ) iraní es mucho más alto que el del resto del mundo», agregó en un programa televisivo claramente destinado al consumo interno. «Mientras a nosotros se nos sanciona, Estados Unidos tienen entre 50 y 100 bases militares en todo el mundo que representan un peligro para la humanidad. Nadie se imagina lo que pudiera pasar si estalla una bomba».
Apoyado por los soviéticos en su empeño por enriquecer uranio o plutonio para fines bélicos, Mahmud Ahmadinejad, quien no dejó intervenir a los periodistas que no dejaban de asentir con una media sonrisa, no hizo comentario alguno acerca del riesgo que supone para la humanidad y especialmente para Israel la irrupción de su país en la carrera armamentística nuclear.
Especialmente teniendo en cuenta que se trata de una nación integrista, islamista revolucionaria, donde no se sabe quien controla el poder, donde se vulneran las leyes internacionales, que apoya la Yijad islámica, y que está dispuesto a cualquier precio incendiar al mundo con su guerra santa y a barrer a Israel del mapa, salvo que se le paren los pies antes de que sea demasiado tarde con acciones militares que destruyan sus bases militares y sus centros de investigación militares, asunto en el que la ex URSS podría jugar un papel importante ya que muchos de sus científicos conocen exactamente sus emplazamientos.
Como el propio Ahmadinejad ha dicho en otra ocasión el mundo esta demasiado preocupado en nimiedades y vaciedades para hacer frente a su escalada armamentística que solo pretende poder fabricar cabezas atómicas de implosión, similares a las utilizadas en la II Guerra Mundial, pero más pequeñas, potentes y sofisticadas al disponer de mecanismos de detonación de cuarta o quinta generación, y en contar con un arsenal de cohetes de medio y largo alcance con potencia y radio suficientes para transportarlas hasta Grecia, Turquía e incluso el centro de Europa.
Lo cual no deja de ser cierto. A más del 90 por ciento del mundo civilizado sólo parece importarle ganar dinero, incrementar su nivel de bienestar e irse de vacaciones todos los años. La seguridad global del planeta es un asunto que les es ajeno, incluso a muchos de sus gobernantes, emnpezando por José Luis Rodríguez Zapatero que considera Oriente Medio como un problema irresoluble, pese a su Alianza de Civilizaciones, o su ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, quien dedica gran parte de su trabajo y esfuerzo diplomático a fotografiarse con terroristas y ex terroristas palestinos.
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