LA PROVINCIA COMO ENTIDAD ADMINISTRATIVA, JURÍDICA Y ELECTORAL ES MUY ANTERIOR YA QUE DATA DE LA ETAPA DE LA DOMINACIÓN ROMANA
Desde ayer el mapa de España que se enseña en las escuelas públicas y colegios privados ha cambiado repentinamente.
Ya no hay 50 provincias como enseñaba hasta finales del curso escolar actual en los libros de geografía y aparece en la guía Michelin, por poner un ejemplo, sino 46 y siete veguerías: las de Barcelona, Tarragona, Lleida, Girona, Cataluña Central, Terres de l'Ebre y Alt Pirineu i Aran.
Las nuevas demarcaciones territoriales, impuestas por los nacionalistas en el Estatuto fueron aprobadas ayer por el Parlamento de Cataluña con los votos a favor de PSC, ERC e ICV-EUiA, y los votos en contra de CiU, PP y el Grupo Mixto.
La provincia representa desde tiempos de los romanos (provinciae) la entidad administrativa inferior al Estado y , de hecho, Cataluña formaba parte de una de las provincias del imperio (la Hispania Citerior Tarraconensis), que ocupaba dos terceras partes del territorio conquistado. Como ente administrativo, sigue vigente en otros países europeos y Latinoamericanos. Las veguerias, en cambio, constituyen una demarcación histórica posterior, de la etapa medieval. Estaban regidas por un veguer o corregidor del Rey y fueron suprimidas en el siglo XVIII con el Decreto de Nueva Planta y Demercación promulgado por el Rey Felipe V tras la Guerra de la Sucesión Española.
La supresión de las provincias en una parte del territorio nacional para implantar una estructura territorial diferente que les distinga del resto de España y les dote de personalidad jurídica propia, supone una nueva bravata, una fanfarronada del catalanismo independentista y del socialismo complaciente con sus maquinaciones, frente a la reciente sentencia del Tribunal Constitucional, que prohibía expresamente la creación de las veguerías.
Pero tendrá consecuencias aún más graves. De momento y para que el nuevo texto pueda entrar en vigor, obligará a modificar la Ley de Bases de Régimen Local, la Ley Electoral (lo que va a ser otra fuente de conflictos), para adaptarla al nuevo mapa geográfico y político impuesto por los separatistas, y otras muchas leyes orgánicas, cuya competencia es exclusiva del Congreso de los Diputados.
Esta nueva provocación catalanista forma parte, por otro lado, de los pactos suscritos hace apenas una semana entre el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y el caporal catalán, José Montilla, para vaciar y dejar sin contenido la sentencia del Tribunal Constitucional y colocar a Cataluña en una situación de rebeldía e insubordinación permanente dentro de la nación española, con la complicidad dolosa del propio Gobierno.
LA DECISIÓN DE LOS NACIONALISTAS VA A TRAER COLA. CUANDO ZAPATERO PACTE EL NUEVO ESTATUTO SEPARATISTA CON ETA TENDRA QUE ADMITIR TAMBIEN LOS HERRIALDES
Forma parte, igualmente, de los planes de Zapatero para negociar con ETA y concederles un estatuto similar a los terroristas, incluyendo de propina al Reino de Navarra, que jamás perteneció al País Vasco y que se regía por su propio derecho privativo, pactado con la Corona (el llamado Amejoramiento del fuero), dentro de los acuerdos.
Con lo cual, entregada otra parte del territorio nacional a los separatistas vascos, volveríamos a las mismas. Porque ETA no admite otro nombre para el País Vasco que no sea el de Euskal Herría ni tampoco la provincia como demarcación territorial sino los herrialdes o territorios históricos, cuyos límites no coinciden exactamente con los de las provincias e incorporan, además, tres territorios franceses de la Demarcación de los Pirineos Atlánticos (Laburdi, Baja Navarra o Nafarroa Becherea y Suberoa) para completar lo que conocen como el Zazpiak Bat (siete en uno) desde los tiempos de Sabino Arana:
Los terroristas que, desde su nacimiento en 1959, asignaban a sus comandos, la teórica «liberación» de un herrialde, han dejado claro en sus negociaciones con los intermediarios de Zapatero que el País Vasco nunca fue romanizado y que ellos, en consecuencia, no van a admitir la provincia, que es una creación artificial de los dominadores castellanos. De modo y manera, que los niños futuros van a tener que hacer nuevos y mayores esfuerzos cuando tengan que estudiar los nuevos libros de geografía: provincias, veguerias y herrialdes.
Ojalá sólo se quedara en eso, en una lección nueva de geografía. Porque lo realmente trágico sería que los juegos malabares, el equilibrismo político, ese andar por el alambre o filo de navaja, al borde del abismo, de ese aprendiz de brujo llamado José Luis Rodríguez Zapatero, pudiera conducirnos a situaciones peores y mucho más lamentables.
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